Críticas de Cine. ‘Casi imposible (Long Shot)’: cambios bienvenidos
Cuando Fred Flarsky (Seth Rogen) se reencuentra inesperadamente con el primer amor de su vida, que ahora es una de las mujeres más influyentes del mundo, Charlotte Field (Charlize Theron), logra llamar su atención gracias a su peculiar sentido del humor y a su visión idealista del mundo y de la política. Mientras se prepara para aspirar a la presidencia del país, Charlotte contrata a Fred para que sea el encargado de escribir sus discursos. Sin embargo, Fred se va a encontrar como un pez fuera del agua en el equipo de élite de Charlotte.
Con el nuevo siglo, la comedia evolucionó adoptando las señas de identidad de otros géneros, de la mano de talentos como Judd Apatow, Adam McKay y, también, Seth Rogen, que ha hecho de ésta un vergel donde verter mucho más que irreverencias (‘Lío embarazoso’, ‘Juerga hasta el fin’ y ‘The interview’ son buenas pruebas de ello).
‘Casi imposible’ da la vuelta a la historia mil veces vista con toda naturalidad, y la pareja protagonista (excelente el carisma, ternura y química desplegados por Charlize Theron y Rogen), consigue que entremos en su romance con facilidad.
Él es un idealista inteligente y divertido, pero también inseguro, categórico e inadaptado; ella es influyente, inteligente, capaz, poderosa y (como siempre, cuando hablamos de personas) aparentemente inalcanzable. La cinta de Jonathan Levine nos muestra, una vez más, que bajos las fachadas más o menos autoimpuestas todos somos personas, y nuestras flaquezas y fortalezas están muy por encima del sexo que nos ha tocado al nacer, y el rol que una sociedad aún injusta e inmadura nos asignó en consecuencia.
La cinta denuncia la lucha de clases, las barbaridades de los machismos por superar (impagables por su significado más allá de la gracias, los comentarios del trío de contertulios formado por dos hombres muy gilipollas y una mujer muy paciente, que seguimos viendo en la mayoría de programas de divulgación actual, por mucho que se jacten de lo contrario), los lodazales de la política subordinada a las cloacas del poder y los prejuicios (de todo pelaje. Atentos a la conversación de descubrimiento de Seth Rogen con su mejor amigo, interpretado por O'Shea Jackson Jr. ) que tenemos.
Hay mucho sustrato dramático y social en ‘Casi imposible’ a poco que nos paremos a reflexionar entre carcajada y carcajada.
Sin tantas (y tan rocambolescas) hipérboles marca Rogen, así es la vida. Y, en la vida, imperan y deben imperar los tonos grises.
Hay que integrar de una vez y con total normalidad que las personas lo son más allá de su sexo, y merecen comprensión y respeto. Que los hombres pueden ser vulnerables e inseguros, y tener miedos, esperanzas y sueños. Y al revés, sin ningún problema ni connotación de género, prejuicio o juicio de una sociedad acostumbrada a darse palmaditas de buenismo sólo por ser normal y hacer lo correcto de vez en cuando.
Charlotte Field no tiene por qué ser una rara avis en el cine por venir. Ni Fred Flarsky tampoco. Con un libreto consecuente, el sexo de cada uno ha de ser indiferente para que la historia funcione, y respetemos a los personajes que en ella habitan.
La mayoría de nosotros conocemos a parejas improbables para los encasillamientos impuestos y, pese a salirse del tiesto, muy bien avenidas. Lo casi imposible, en la vida real, está siempre por redefinir.
‘Casi imposible’ os asegura dos horas de diversión con bienvenidos mensajes.
Lo mejor: la pareja protagonista, O'Shea Jackson Jr., la caracterización de Andy Serkis, los mensajes que lanza la cinta y un par de diálogos que bien podría haber escrito Armando Ianucci.
Lo peor: como en toda Comedia (género aún por lustrar como merece de cara al público), muchos pensarán que esto solo va de partirse de risa.
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