La crítica de la semana. ‘Dragon Ball Super. Broly’: un caramelo para los fans

Póster de Dragon Ball Super Broly

La Tierra disfruta en paz la celebración de el Torneo del Poder. Sin embargo, Goku es consciente de que existen enemigos aún por descubrir en el Universo, por lo que sigue entrenando sin descanso para alcanzar cotas de poder nunca antes conocidas en un superguerrero. Confirmando sus peores temores, un día aparece un supersayano que responde al nombre de "Broly", un poderoso guerrero que debería de haber sido eliminado junto con el planeta Vegeta cuando éste fue destruído hace ya algunas décadas. ¿Cómo ha podido sobrevivir un guerrero de tal poder? La situación no deja de empeorar cuando el mismísimo Frieza vuelve desde el Infierno para verse envuelto en un terrible mix que llevará a los héroes a luchar por salvar el planeta Tierra una vez más.

Tras la fallida serie ‘Dragon Ball GT’, y la también fallida adaptación cinematográfica norteamericana, ‘Dragon Ball Super’ ha supuesto un soplo de aire fresco en la franquicia creada por Akira Toriyama, pese a los más que evidentes y muy criticados problemas en el dibujo de los personajes (desproporcionados a veces, famélicos otras, irreconocibles a menudo).

Continuando la ya la larga lista de película de Dragon Ball llega ‘Dragon Ball Super: Broly’ donde, por fortuna, el propio Toriyama se encarga del libreto, y la animación luce mucho mejor que en la serie, adornando los momentos más animados con un CGI que se integra a la perfección con el dibujo ‘tradicional’.

Esta es una película hecha por y para los fans (los que no sigan la serie se perderán en el cúmulo de referencias a la mitología creada en torno a Goku y compañía, sin disfrutar demasiado de la experiencia), que echa la vista atrás para contarnos la historia de Broly, un Saiyan defenestrado que ha vivido una vida de abusos y penurias, convirtiéndose en una máquina de matar teledirigida por un hombre, su padre, envuelto en rencor y venganza.

Aquí, Toriyama se esfuerza en componer un personaje del que nos preocupemos, y lo consigue sin perder ni un segundo de vista las señas de identidad de la franquicia: acción a raudales (en esta entrega hay muchas y muy memorables peleas, algunas tan lisérgicas e imposibles como las mejores de la saga), el humor idiota y bonachón (aquí sobre todo de Goku y Beerus); la siempre inflexible (y agradecida) presencia de Vegeta; el sentido común de Piccolo; las bolas de dragón y la presencia de Shenron; los inventos de Bulma y la persecución incansable de los Saiyan de superar los límites, sean los que sean.

Probablemente estemos ante la mejor entrega cinematográfica del Anime en muchos años, y la constatación de que Toei Animation, Toriyama y todo el elenco y equipo nos aseguran Goku para rato.    

Lo mejor: Broly es más que una masa de músculos.  

Lo peor: los ajenos a la franquicia, no la disfrutarán demasiado.

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