La crítica de la semana. ‘Cómo entrenar a tu dragón 3’: emotivo desenlace

Póster de Cómo entrenar a tu dragón 3

Lo que comenzó como la inesperada amistad entre un joven vikingo y el temible dragón Furia Nocturna se ha convertido en una aventura épica que ha recorrido sus vidas. El capítulo más asombroso de una de las sagas animadas más queridas de la historia del cine llega a la gran pantalla: CÓMO ENTRENAR A TU DRAGÓN 3.
Como gobernador de isla Mema junto a Astrid, Hipo ha creado una utopía deliciosamente caótica plagada de dragones. Pero cuando la súbita aparición de una Furia Nocturna hembra coincide con la amenaza más oscura a la que la aldea jamás se haya enfrentado, Hipo y Desdentao deberán dejar atrás el único hogar que han conocido para viajar a un mundo oculto que parecía solo un mito. Al tiempo que descubren sus destinos, dragón y jinete lucharán juntos —hasta los confines de la Tierra— para proteger aquello que aman.

La única saga de Dreamworks que, hasta la fecha, ha rivalizado de igual a igual con la factoría Pixar ha sido ‘Cómo entrenar a tu dragón’.

Las aventuras de Hipo y Desdentao llegan a su fin en este tercer acto, que pone el broche de oro a un viaje de amistad, sacrificio, amor, lealtad y madurez.

Mucho ha llovido desde la entrañable primera entrega, que sentó las bases de un universo rico y visualmente intachable; el gozo aumentó con la segunda, que además desarrolló el drama y nos trajo al mejor villano de la franquicia.

Para finalizar, Dreamworks pone toda la carne en el asador, realizando un despliegue jamás visto: cada escena de ‘Cómo entrenar a tu dragón 3’ no es solo un testimonio del poder de la animación, cuyo techo tecnológico aún está lejos. También es una bella obra de arte dedicada al viaje hacia la madurez de Hipo y Desdentao, dos seres heridos que, juntos, repararon sus heridas y encontraron su lugar en el mundo.

La mayoría de edad ha llegado a la franquicia, y se nota en cómo aborda los dilemas vitales del jefe de isla Mema, siempre bajo la alargada sombra de Estoico, su difunto padre.

Aunque el desarrollo general es más simple que en la anterior (y también el villano, aquejado además en España por el ‘mal de que te doble un famoso’), nuestros héroes han crecido, y sus decisiones tienen más peso y trascendencia.
La excelente banda sonora de John Powell coloca la guinda a este pastel emotivo, vitalista, divertido, ecologista y profundamente humano.

No es la mejor película que podría ser, pero sí un cierre más que digno del que, ojalá, tomen nota en Dreamworks Animation del corazón (y alma) que deberían tener todas sus películas... para ser inolvidables.

Lo mejor: la impecable factura.

Lo peor: la simplicidad de su desarrollo y el infame doblaje en español de Grimmel, que en la versión original cuenta con el gran F. Murray Abraham.

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