Críticas de Cine. 'Ladybird': la aventura de crecer
Una
joven estudiante que se hace llamar "Lady Bird" (Saoirse Ronan) se
muda al norte de California para pasar allí su último año de instituto. La
joven, con inclinaciones artísticas y que sueña con vivir en la costa Este,
tratará de ese modo encontrar su propio camino y definirse fuera de la sombra
protectora de su madre (Laurie Metcalf).
Puede
que a muchos espectadores 'Ladybird' les parezca una simple historia de
iniciación adolescente.
Felizmente, no lo
es.
La
vasta experiencia de Greta Gerwig como guionista e intérprete culminan aquí, en
una cinta muy personal de exquisito
libreto, aparente simplicidad, cálida fotografía y humilde (pero magnífica)
dirección de actores.
Pausada,
reflexiva, profundamente emotiva; optimista ante la adversidad, divertida,
voluble como la adolescente que intenta encontrar su lugar en un
mundo que le queda pequeño y anclada a la dura pero bienvenida realidad, la película alcanza niveles de profundidad
solo posibles cuando somos capaces de vernos reflejados (en parte o totalmente)
en cada uno de los personajes, y conectar con ellos sin prejuicios que nos
frenen.
Saoirse
Ronan y Laurie Metcalf son aquí pura, creíble, femenina,
feminista (en el sentido más sano y constructivo), empoderada y encantadora
humanidad.
Sin
imposturas ni los artificiosos lastres que a veces el Cine nos
pone por delante para que no profundicemos.
Greta
Gerwig consigue que su 'Ladybird' viva y respire, que la aventura vital de esta joven
compleja y su también compleja madre (y padre, amigos, familia, entorno)
nos interesen, conmuevan y aleccionen
sobre lo difícil que es la vida; pero también la indudable pena que vale el
viaje, pese a todas sus paradas, retrasos y dificultades.
Es
fácil (y cierto) decir que estamos ante la película indie (con un gran estudio
detrás, eso sí) del año, con todos los merecidos premios ya
cosechados, y los Oscar en el horizonte.
Queremos más películas como 'Ladybird'. Necesitamos que
Greta Gerwig y su talento sigan creciendo, muchos años más, delante y detrás de las cámaras.
Lo
mejor: real como la vida misma.
Lo peor: que algunos la tilden de simple.
Por: Eduardo Bonafonte Serrano.
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