Críticas de Cine. 'Black Panther': bienvenidos a Wakanda


Póster de Black Panther

Después de la muerte de su padre, el Rey de Wakanda, T’Challa regresa a casa, una nación africana tecnológicamente avanzada y aislada, para acceder al trono y ocupar el lugar que le corresponde como rey. Pero cuando reaparece un viejo y poderoso enemigo, la entereza de T’Challa como rey y como Black Panther, se ve sometida a una dura prueba al enfrentarse a un conflicto de enormes proporciones que pone en peligro el destino de Wakanda y del mundo entero.

Lo de Marvel Studios es para estudiarlo en las escuelas de cine. Cuando nadie daba un dólar por ellos, y mendigaban sus héroes por los despachos de todas las Majors, dieron con la fórmula mágica en 'Iron Man'.

Desde entonces, con pequeñas variaciones aquí y allá, las ideas muy claras y un Universo cinematográfico cohesionado, explotan la gallina de los huevos de oro con la precisión de un reloj suizo, acercándose sin prisa pero sin pausa al acontecimiento cinematográfico del año: 'Vengadores: Infinity War'.

Tras su tremenda presentación en 'Capitán América: Civil War', Black Panther estrena su película en solitario con un pequeño intento de revolución en la casa Marvelita.

La cinta de Ryan Coogler es diferente (en la línea de 'Doctor Extraño') a las demás.

No escapa del corsé narrativo impuesto (para bien, a juicio de quien esto escribe, si se quiere conjugar calidad artística con diversión y rentabilidad), pero sí se desmelena un poco con el batiburrillo selvático/tribal/conspiranoico/aislacionista/tradicional/high tech que supone Wakanda.

La tierra de T'Challa es un personaje más.

Un ente que vive y respira gracias al cuidado trabajo de producción y efectos visuales, que mezcla los impresionantes paisajes africanos con un país de ensueño, sin nada que envidiar al mismísimo Asgard o los juguetes de Tony Stark.

También, 'Black Panther' cuela unos cuantos mensajes distintos, e incluso subversivos, a través del villano de la función: Killmonger.

El joven y letal soldado interpretado por Michael B. Jordan es todo lo que Wakanda y sus habitantes no son, aislados de un mundo que sufre, al que podrían ayudar gracias a los increíbles usos del preciado vibranium. Si tienes las herramientas ¿por qué no usarlas?.

Killmonger, en último término, busca dominar el Mundo (¿qué podemos esperar del 'malo' de la película?), pero no sin antes poner al servicio de los más débiles y perseguidos medios para equilibrar la balanza.

La génesis del villano es también la vergüenza de un País que no siempre predica con el ejemplo.

Esta idea está presente en toda la película y, sin duda, nos brinda los mejores momentos de la cinta.

Por lo demás, 'Black Panther' es la  propuesta más ecléctica de la Fase III de Marvel.

Como espectáculo de acción comiquero cumple con creces, regalando escenas frenéticas donde Coogler exprime al atlético elenco, haciendo brillar por encima de todos a las Dora Milaje, la fuerza de élite Wakandiana comandada por la impresionante Okoye (Danai Gurira), y sus no menos impresionantes Amazonas.

Es imposible, también, no observar ciertas coincidencias con 'El Rey León' de Disney, que encontramos aquí actualizado a los nuevos tiempos: el padre de T`Challa guarda, como Mufasa, secretos; el joven Rey lucha por encontrar su lugar (tranquilos, nadie termina cantando el Hakuna Wakanda, aunque celebraciones tribales no faltan) y el malo quiere ponerlo todos pata arriba, escarbando en las cloacas de la tradición.

No es la mejor película de iniciación de la Casa de las Ideas, y probablemente sea la más difícil de aceptar en este Universo donde todos reman en la misma dirección.

Se disfruta, sin duda, pero atesora momentos donde intenta salirse de un tiesto tan grande, caro y controlado con meros golpecitos de poca gracia o totalmente anticlimáticos.

Golpecitos que la frenan y descolocan al espectador.

Hakuna Wakanda. Vive (a tope) y deja vivir (como puedas), y morir (malamente)... sin intervenir.   

Lo mejor: las Dora Milaje.

Lo peor: la vergonzosa pelea en caída libre de las dos Panteras, donde el CGI canta, inexplicablemente, la traviata.

Por: Eduardo Bonafonte Serrano.

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