Críticas de Cine. 'Deep': digno intento
En un futuro no muy
lejano, los últimos supervivientes del planeta -un excéntrico grupo de
criaturas abisales- tienen su hogar en la grieta más profunda de los océanos,
protegidos por el mítico Kraken. Pero una catástrofe hará que nuestros
protagonistas, Deep, Evo y Alice, tengan que emprender un peligroso viaje lleno
de aventuras para salvar a todos sus habitantes.
Con
los años, la animación española ha ido creciendo, y exportando muchos de sus
talentos a la Meca del Cine.
Sin
prisa pero sin pausa, nos llegan cintas muy dignas que, sin embargo, no
terminan de conjugar lo técnico con lo dramático: 'Planet 51', 'Tadeo Jones',
'Atrapa la bandera' y el estreno que ocupa esta crítica, 'Deep'.
Primero, lo bueno: las aventuras del
joven Kraken y 'héroe' (luego explicaré el por qué de las comillas) Deep, presume de pulcra animación, algunos
escenarios muy bellos, un par de gags conseguidos y un claro aprovechamiento y optimización de los (justitos) recursos.
En
aspectos técnicos, es indudable que la
animación patria avanza a pasos agigantados, alcanzando cotas de excelencia en
relación al limitado presupuesto, peccata
minuta si las comparamos con las millonadas que se gastan enPixar, aledaños
y semejantes.
Pero el corazón de
una película está en el libreto, la dirección y los personajes. Y aquí 'Deep' patina sin remedio, subiéndose al tren del plagio
poco inspirado y la infantilización total del relato.
El
joven protagonista es, básicamente, un niñato idiota y presumido, que lastra
cada momento de la historia con su total ausencia de carisma y exceso de
estupidez.
Sus
acompañantes no mejoran, construidos con los clichés de otros y carentes de la
mínima profundidad necesaria como para que su destino nos importe un pimiento.
Los villanos (un trío de soberanos memos), tres cuartos de lo mismo.
Los destinos de todos
los personajes se desarrollan sobre un guion repleto de incoherencias, que solo
contentará a los más pequeños y permisivos de la casa, si aguantan el
tirón de los números musicales (con una sola canción pegadiza dentro del
machacón repertorio) sin bostezar.
Los padres, por otro
lado, se verán condenados al aburrimiento, buscando en vano algún doble sentido
que les saque del sopor.
Pese
al digno intento y sus bondades tecnológicas, la asignatura pendiente de la
animación española sigue siendo la misma: sin una buena historia, guión y
personajes, no hay película que perdure.
Lo mejor: luce bonita.
Lo peor: los insufribles
personajes, con el principal a la cabeza.
Por: Eduardo Bonafonte Serrano.
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