Críticas de Cine. 'Piratas del Caribe. La venganza de Salazar': reinicio prometedor

Póster de Piratas del Caribe: la venganza de Salazar

El capitán Jack Sparrow se enfrentará a un grupo de piratas-fantasma comandados por una de sus viejas némesis, el terrorífico capitán Salazar, recién escapado del Triángulo de las Bermudas. La única posibilidad de Sparrow para salir con vida es encontrar el legendario Tridente de Poseidón, un poderoso artefacto que le da a su poseedor el control de los mares.

Que la saga pirata lleva dando tumbos desde la segunda entrega, alcanzando su punto más bajo en la cuarta, es un hecho incontestable.

Cuando Jack Sparrow (y el actor que le da vida) pasó de icono a caricatura, sus enemigos se acumularon y ya no quedaba maldición que echarle, se hacía necesario reiniciar todo el tinglado o, simplemente, dejarlo morir con algo de dignidad.

Cuando hay milmillones de por medio, adivinad qué sucedió.

'La Venganza de Salazar' arranca con un prólogo cautivador, que nos lleva a pensar que el espectáculo traerá la redención de la franquicia, recuperando el norte y enterrando los excesos y sinsentidos de las dos cintas anteriores.

Durante intermitentes minutos lo consigue, acompañando los momentos cómicos de acción desenfrenada que rescata el feeling del primer Piratas del Caribe.

Pero entonces nuestro inefable Sparrow irrumpe en escena, sobreexponiéndose con sus cansinas payasadas que tantas (y mejores) veces hemos visto. 


Por muchas ganas que se pongan (y el tándem de cineastas, Joachim Rønning y Espen Sandberg, las tiene, no hay más que ver el apabullante clímax, de lo mejor que se ha filmado en toda la franquicia) resulta difícil reflotar un barco si su capitán está muerto en vida.

'La Venganza de Salazar' alcanza sus mejores momentos con los nuevos fichajes: la joven pareja protagonista destila química (¿para cuándo un club de fans irredentos de Kaya Scodelario?), el villano Salazar brilla con nuestro Javier Bardem; el cachondo cameo de Paul McCartney vale su peso en doblones y (marca de la casa) el enésimo comandante británico tan idiota como pagado de sí mismo (David Wenham, tan inexpresivo como acostumbra) haría las delicias de El show de Benny Hill.

Además, fuera de las insoportables Sparrowadas, Rønning  y Sandberg entregan un cariñoso retorno a los sosos, pero entrañables, Will Turner y Elizabeth Swann, con un bello epílogo que presagia nuevas aventuras si el viento taquillero sopla a favor.

Se supone que la quinta es también la primera de una nueva trilogía. Por tanto, pese a sus numerosas irregularidades, si la siguiente nos da menos Jack y más novedades, puede que al final podamos disfrutar de otra gran entrega pirata en el horizonte.

Confiemos, grumetes ¡confiemos!.

Lo mejor: el prólogo, el epílogo, su sentido del humor, Bardem y Scodelario.

Lo peor: no pasaría nada, a estas alturas del ridículo, si Jack Sparrow se difuminara en favor de nuevos tripulantes para la Perla Negra.

Por: Eduardo Bonafonte Serrano.

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