Críticas de Cine. 'John Wick. Pacto de sangre': ostia bella, bala brutal
El legendario asesino
John Wick (Keanu Reeves) se ve obligado a salir del retiro por un ex-asociado
que planea obtener el control de un misterioso grupo internacional de asesinos.
Obligado a ayudarlo por un juramento de sangre, John emprende un viaje a Roma
lleno de adrenalina estremecedora para pelear contra los asesinos más
peligrosos del mundo.
En la secuela de la
estupenda 'John Wick', lo de menos es la historia, pues es tan absurda
e inverosímil como cabría esperar, pero puede jactarse de existir al servicio
de lo importante aquí: contextualizar un
bellísimo ballet de ostias y balas perfectamente coreografiado, lleno de estilo
y en sangrienta progresión hasta alcanzar el tremendo clímax.
Keanu
Reeves (dueño y señor de la función) nos ofrece una interpretación sutil donde
se palpa la ira contenida de Wick, un profesional letal, meticuloso y
comprometido, incapaz de escapar de su vida anterior.
Cada orgía de lucha y
disparo es un monumento al mejor cine de acción donde, además, se da
un bienvenido respiro a las retinas del espectador, permitiéndole
paladear las imaginativas escaramuzas sin marearse.
Cada escenario donde Wick se
enfrenta a lo más granado del gremio de matarifes, es un ejemplo de excelencia técnica, oficio de su director Chad
Stahelski y total dedicación de todo el elenco de actores, equipo y, cómo no, los benditos especialistas, que hacen posible lo imposible.
'John
Wick: Pacto de Sangre', consolida a la
saga como la mejor del género en la actualidad, uniendo los éxitos del cine
de acción de los 70 y 80 y la 'serie B con posibles', con lo último en
tecnología orientada a obtener el golpe (y tiro) perfectos.
Si
disfrutan de la pura evasión cinematográfica, sería una necedad perderse el
retorno de John Wick (y su perro) a la gran pantalla.
Lo mejor: la acción hecha arte.
Lo peor: como era de esperar,
la historia es de traca.
Por: Eduardo Bonafonte Serrano.
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