'Hablando de Series'. 'Stranger Things': carta de amor a los 80

Póster de Stranger Things

Los que ya peinamos canas recordamos con mucho cariño los años 80.

Una época de grandes avances, continuos cambios sociales, inconformismo y, en lo lúdico, una explosión cultural que perdurará en los libros de historia.

Década prodigiosa repleta de inolvidable música, grandes series y, también, clásicos cinematográficos, todos influenciados por la vorágine político-social que afectaba a todo el planeta.

En cuanto al cine y la televisión, los años 80 nos trajeron inocencia, magia, revoluciones tecnológicas (por ejemplo, los primeros efectos digitales dignos de tal nombre); productos que, en general, perduran con el paso de los años, conservando íntegra su capacidad para cautivarnos y llamar al niño que llevamos dentro.

En los últimos años, Netflix se ha posicionado como gigante a tener en cuenta. No sólo por su modelo de negocio (que, entre otros aciertos, incluye el estreno íntegro de las temporadas de sus series) sino por su olfato para captar las necesidades del público.

'Stranger Things', supone una muestra más del buen estado de salud de la cadena. El show no viene a revolucionar nada, pero recicla, reinventa y, sobre todo, transmite a la perfección ese sentimiento ochentero que tanto echamos de menos, tan necesario en los descreídos tiempos que corren.

Un pueblecito cien por cien americano. Cuatro jóvenes e inquietos amigos, uno de ellos desaparece... hechos extraños empiezan a ocurrir.

Hay en 'Stranger Things' cientos de guiños, referencias y homenajes: Stephen King,'Cuenta conmigo'; 'Súper 8'; 'Et'; 'Risky Business'; 'La Niebla'; John Carpenter y 'Alien', entre otros, impregnan cada episodio de la serie.

Pero, más allá de los paralelismos y el toque nostálgico, la propuesta de los hermanos Duffer posee virtudes propias que merecen disfrutar de los 8 episodios que componen la primera temporada. 

Póster de Stranger Things

La magnífica ambientación, tan cuidada como la que vimos en el 'Súper 8' de J.J. Abrams; el buen hacer de todo el elenco protagonista, con especial atención a los recuperados y siempre bienvenidos Winona Ryder y Matthew Modine, el secundario de lujo David Harbour y los actores infantiles, imprescindibles para conectar con la audiencia.

La banda sonora (analógica, electrónica, brillante), los créditos iniciales (con grano incluido), el mitómano sentido del humor y el crescendo continuo hasta el desenlace convierten a 'Stranger Things' en una sólida, fresca e imprescindible carta de amor a los 80.

Una serie de obligado visionado para los amantes de la buena televisión, que alucinaron con Elliot volando en su bicicleta y surcaron el espacio a bordo de una atracción de feria.

Gracias Netflix... por ir más allá de la mera nostalgia. 


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