Críticas de Cine. 'X-Men. Apocalipsis': punto ¿y aparte?
Desde los orígenes de
la civilización, él fue venerado como un dios. Apocalipsis, el primero y más
poderoso de los mutantes del Universo X-Men de Marvel, se hizo con los poderes
de otros muchos mutantes, convirtiéndose en inmortal e invencible. Tras su
debilitamiento después de miles de años, su desilusión hacia el mundo le obliga
a reclutar a un grupo de poderosos mutantes, incluyendo al descorazonado Magneto
(Michael Fassbender), para purificar la humanidad y crear un nuevo orden
mundial, del cual estará al frente. Mientras el destino de la Tierra pende de
un hilo, Raven (Jennifer Lawrence) con la ayuda del Profesor X (James McAvoy)
tendrá que liderar un equipo de jóvenes X-Men para detener a su mayor enemigo y
salvar a la humanidad de la destrucción total.
Tras
la tercera entrega de los X-Men (que casi destruye la franquicia) el filón
mutante necesitaba un cambio. Éste llegó con 'Primera Generación', para muchos
la mejor de todas pero, también, la que
hirió de muerte la continuidad cinematográfica de la franquicia.
Con
Bryan Singer recuperando el timón, 'Días del futuro pasado' supuso un esfuerzo
ímprobo por devolver el agua a su cauce, obviando 'La solución final' e
intentando unir a los X-Men de las dos primeras con los 'nuevos'... con éxito
relativo.
La
cinta sufrió el ajuste aprobando por los pelos, y dejando a público y crítica
con la mosca tras la oreja por el devenir de tan lucrativa franquicia.
Pues
bien, Synger sigue ordenando las cosas en 'X-Men: Apocalipsis', una entrega impresionante en todo su
apartado visual, grandilocuente en lo dramático, repleta de guiños a los
fans y equilibrada en el desarrollo de los personajes principales frente a la
asumida pirotecnia.
Supera a la anterior
entrega,
tapa varias grietas (aunque abre otras,
más grandes) y fusiona el universo X 'de Synger', relegando lo demás al
olvido.
Por
supuesto, no es oro todo lo que reluce,
y tropezamos con diversos escollos que ilustran la regla no escrita, y
malentendida, de las secuelas: cuánto
más, mejor.
Hay
demasiados personajes importantes apenas esbozados que, además, son alterados
sin razón en sus orígenes (Tormenta, Ángel, Mariposa Mental... ¿no es más sencillo y coherente colocar 4 mindundis que no reconozca el gran público
como Jinetes?); la lucha contra En Sabah Nur (un Genocida absolutista sin
remordimientos) es una melé donde muchos Mutantes se incrustan con calzador;
por último (y sonrojante) no habría pasado nada si Moira Mactaggert
dejara de levantar alfombras para que pase el sol... bendita Agencia Central de
'Inteligencia'.
Al concluir la función con la (decepcionante e innecesaria) escena
final, resulta imposible no mirar con
recelo el futuro de la Patrulla X.
Seguir
rizando el rizo supondría un error; volver a reiniciar con otra entrega what if, también.
Pese al inapelable
espectáculo,
Fox, Marvel y Synger deben sentarse a reflexionar sobre qué futuro es más
conveniente en un Séptimo Arte ultra
competitivo y plagado de super héroes de todo pelaje.
Si
algo nos enseñó el primer 'X-Men', es
que no se necesita mucho más que talento para levantar un Imperio billonario.
Señor
Synger, de un paso atrás para coger impulso y volver a reinventar el género...
o ceda el testigo definitivamente.
Lo mejor: Quicksilver a ritmo
de Eurythmics y la 'vida normal' de Magneto.
Lo peor: ¿en serio no hay una
forma menos estúpida e indefendible de resucitar a Apocalipsis?
Por: Eduardo Bonafonte Serrano.
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