Críticas de Cine. 'Angry Birds. La película': explosiones con ideas prestadas
La película nos lleva
a una isla poblada enteramente por aves felices que no vuelan… o casi
enteramente. En este paraíso, Red, un pájaro con problemas de mal genio, el
veloz Chuck y el volátil Bomb nunca han terminado de encajar. Pero, cuando la
isla recibe la visita de unos misteriosos cerdos verdes, tendrán que ser estos
insólitos marginados los que descubran qué traman esos cerdos.
Adaptar
a la pantalla grande siempre reviste peligro, ya que llevar una obra creada
para un medio a otro diferente conlleva adulterar el original. Si éste posee la
entidad suficiente y un buen equipo detrás, puede aprobarse con nota; si no, el
porcentaje de éxito se reduce.
Rovio
se ha hecho de oro con su saga videojueguil de 'Angry Birds', que funciona a la
perfección como diversión sin complicaciones, pero ha ido decreciendo en
interés y frescura con cada nueva entrega (como le ocurre a la mítica LEGO).
Una
premisa tan básica como pájaros vs cerdos+tirachinas+explosiones difícilmente
sustentaría un largometraje a menos que tuviera detrás un equipo innovador y
talentoso.
No es el caso.
Obviando
la conseguida animación digital y la solvente producción (qué menos en estos
tiempos cuando hay un gran estudio involucrado), 'Angry Birds. La película',
puede vanagloriarse de no aportar absolutamente nada ni al cine familiar ni a
la saga en la que se basa.
Una
vez disfrutado el prometedor prólogo que nos cuenta de dónde procede la ira de
Red a golpe de gags con los que
reirse a gusto, la cinta explota sin vergüenza las ideas de otros, los clichés
mil veces vistos y enquistados desde que 'Toy Story' inaugurase esto del cine
digital mainstream, y las agotadas fórmulas (bailecitos, cancioncillas,
el de la frase graciosilla, pequeñines adorables, antagonistas pesados y
pasados de vueltas...) del que sabe que su coche no tiene motor bajo el
flamante chasis.
Aunque
se agradece el puntito de mala uva (¿serán intencionadas las referencias llenas
de huevos?), la película no es más que una sucesión de bromas frenéticas que se
van desinflando conforme avanza el metraje, hasta llegar al desenlace que habría anticipado un vidente de la tele.
Por
si esto fuera poco (al menos en la versión española) el sonido engulle al
diálogo, abundando los momentos donde no tenemos ni idea de qué están diciendo.
Además,
la extendida manía de nuestros queridos dobladores de dotar de acentos
indescifrables a algunos personajes secundarios, provoca que tiremos del
traductor ininteligible-español mucho más de lo tolerable.
En
definitiva, 'Angry Birds. La película', hará las delicias del público muy
complaciente, que la olvidará de inmediato... incluso mientras se proyecta.
Lo mejor: el espídico
pajarraco Chuck.
Lo peor: salvo por el lícito
potencial taquillero, resulta injustificable.
Por: Eduardo Bonafonte Serrano.
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