Críticas de Cine. 'Batman v Superman. El Amanecer de la Justicia': catedralicio traspiés
Temiendo
por el descontrol de las acciones de un superhéroe convertido en Dios, el
extraordinario vigilante de la ciudad de Gotham se enfrentará al venerado
salvador de Metrópolis, mientras que el mundo lucha por ver qué héroe necesita
realmente. Con Batman y Superman enfrentados en una guerra, una nueva amenaza
surgirá poniendo a la humanidad en el mayor peligro que el hombre ha conocido.
La expectación es un arma de doble filo.
La expectación
máxima, elevada gracias a una arrolladora campaña publicitaria y el anhelo
del público amante de los dos héroes capitales del Universo DC y su
enfrentamiento cinematográfico, puede resultar demoledora cuando la cosa se
queda a medias.
El caso de 'Batman v Superman', es, sin duda, digno de
estudio. Desde que la segunda entrega de 'El Hombre de Acero' pasó a ser la
génesis de la Liga de la Justicia, y el pilar sobre el que descansará el
mastodóntico imperio llamado a plantarle cara a la todopoderosa Marvel,
internet a hervido con cada nueva promoción, noticia, rumor o chascarrillo en torno a la película.
Con la cinta de Snyder ya estrenada, se acabó el hacer
cábalas: ya podemos opinar con pleno conocimiento de causa.
'El Amanecer de la Justicia' está llena de virtudes, pero también de grandes defectos que, por
desgracia, inclinan la balanza hacia el caos y la insatisfacción ante la que
podría haber sido la melé superheróica definitiva.
Entre las bondades, hay varias que hacen imprescindible
disfrutar de la película en la gran pantalla, y valen el precio de la entrada:
el impresionante prólogo, que baja al suelo la cruenta batalla entre Superman y
Zod en 'El Hombre de Acero' y sus funestas consecuencias para los pobres
humanos de Metrópolis, introduciendo con
contundencia al implacable, fascista y brutal (y grande, muy grande, de los que tapan bocas de haters) Bruce Wayne/Batman
en la piel de Ben Affleck; la banda sonora de Hans Zimmer y Junkie XL,
arriesgada, extraña y brillante; Gal Gadot, cuya Wonder Woman aparece en el
momento más oportuno, aportando frescura,
carisma y fuerza al mítico personaje, que muchos creían (mos) imposible.
La visión comiquera
de Snyder impregna cada viñeta-escena (estamos
ante una película fanboy para fanboys) de los deseos, esperanzas y sueños que todo aficionado a los
tebeos del Señor de la noche y el último hijo de Krypton llevaban años alimentando.
'Batman v Superman' regala imágenes para el recuerdo, que resultarían
inolvidables si unas cuantas cosillas sin
importancia también estuvieran en su sitio.
Se nota, desgraciadamente, que Warner y Dc quieren YA su
parte del pastel taquillero que, hasta el momento, se han comido con comodidad
y aplausos Steve Rogers y compañía.
Las prisas (también en el Cine) son malas consejeras.
La hijita de
Snyder quiere introducir al nuevo Hombre Murciélago (y que demos por sentado
todo lo que le rodea, premoniciones incluidas), desarrollar una secuela al uso
para 'El Hombre de Acero' y presentar a los miembros de la Liga de la Justicia...
en dos horas y media.
Semejante labor titánica es difícil de por sí, pero se
torna imposible cuando el guión, montaje, personajes secundarios y antagonistas
de nuestros héroes hacen aguas por todas partes.
Pese a la urgente introducción del guionista Chris Terrio
por parte, dicen, de Ben Affleck (que volvió aquí a demostrar su talento y buen
juicio detrás de las cámaras), cuyas labores de script Doctor/tapa flipadas
de Goyer-Snyder resultan evidentes, la también evidente sobreexposición
narrativa no hace sino acrecentar los agujeros del texto.
Aún para el espectador más tolerante, resulta complicado
no sonrojarse ante tantas cosas repletas
de referencias que pasan porque sí,
y tantas otras que nos repiten sin venir a cuento (¿cuántas veces tenemos que
ver el Asesinato del pobre matrimonio Wayne?).
La primera hora es una impresionante pesadilla llena de
boquetes, con un montaje express empeñado en tirar del fundido a negro que, pasado
un rato, cabrea. No ayuda la excesiva seriedad operística del asunto (más cuando
las palabras grandilocuentes, casi siempre, encierran minúsculas perogrulladas),
que elimina cualquier posibilidad de sonreír, extendida durante todo el
metraje.
Aunque la tunda entre Batman y Superman y el pirotécnico
segundo acto hará las delicias de los consumidores de Blockbusters modernos, no son suficientes para enaltecer la
merecida leyenda de estos dos Iconos del Noveno Arte.
Por si esto fuera poco, el impresionante traspiés se completa con el desperdicio del
talento de secundarios de lujo (salvo Jeremy Irons y su cachondo Alfred) como Amy Adams (esta versión de Lois Lane hace
cosas difíciles de justificar para una Periodista de primera) o Holly Hunter, y
el mayor desatino de la historia reciente en cuanto al villano de la función:
nadie puede dudar de las dotes interpretativas de Jesse Eisenberg, pero a su Lex Luthor no hay por dónde cogerlo.
Tarado, patético, histriónico, sobreactuado y, sobre
todo, tremendamente estúpido pergeñando un plan maestro que ni el Coyote y sus
aliados de ACME creerían viable para acabar con el Correcaminos.
Si terminar con la leyenda del villano más temible de
todos los que ha tenido Kal-El no fuera suficiente (que Luthor fue presidente de los Estados Unidos, caramba), Snyder
patina maldiseñando para el
celuloide otro archienemigo imprescindible en la Mitología del Kryptoniano: su
Doomsday es un cruce sin pedigrí entre la Abominación vista en el Hulk Marvelita y un Troll de las Cavernas de
el El Señor de los Anillos; además, se saca de la manga poderes tan
destructivos como, al final, inservibles ante un punto débil cantado que deja patente la imbecilidad manifiesta
de su creador.
Tanta manipulación genética de vanguardia, guionistas...
¿para qué?
Una suerte de bicho
olvidable, carente de personalidad y, en definitiva, llamado a formar parte del
selecto grupo de villanos de garrafón
(hasta Ultrón tiene más miga).
Dc y Warner han apostado fuerte. Independientemente del
recorrido económico de Batman contra Superman (que, al menos yo, espero que sea
suficiente para desarrollar historias individuales con más sustancia), deberían
replantearse menos ruido y más nueces
en el futuro inmediato de sus franquicias.
Porque
el hype desmedido puede ayudarte una vez... pero no garantizar el éxito que
Marvel ha cosechado tras años de ensayo, paciencia y error.
Lo
mejor: el impresionante Batman de Affleck, la banda sonora y
¡sorpresa!, Wonder Woman.
Lo
peor: el que mucho abarca,
poco aprieta.
Por: Eduardo Bonafonte Serrano.
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