Críticas de Cine. 'Deadpool': bienvenido despiporre
Basado en el anti-héroe menos convencional de la Marvel, Deadpool narra el origen de un ex-operativo de la fuerzas especiales llamado Wade Wilson, reconvertido a mercenario, y que tras ser sometido a un cruel experimento adquiere poderes de curación rápida, adoptando Wade entonces el alter ego de Deadpool. Armado con sus nuevas habilidades y un oscuro y retorcido sentido del humor, Deadpool intentará dar caza al hombre que casi destruye su vida.
Hacía tiempo que Marvel, La casa de las Ideas, necesitaba desesperadamente rebajar el tono de sus películas.
'Thor: el mundo Oscuro' y 'Vengadores: la era de Ultrón', no solo supusieron dos fiascos importantes en lo artístico, sino que evidenciaron las ganas de la Major por intentar oscurecer unas películas que, salvo honrosas excepciones de barras y estrellas y guardianes galácticos, carecen de entidad suficiente para ello.
Con 'Ant-Man' la cosa se relajó, limitándose a facturar una comedia ligera de redención y atracos, pero en exceso amable, sencilla... para todos los públicos.
Pues bien, estamos de enhorabuena, porque 'Deadpool' es la gamberrada puñetera que nos hace recuperar la fe en que los mandamases del mastodonte del yayo Stan Lee, siguen teniendo los pies en la tierra.
La historia de Wade Wilson, alias Masacre, alias Deadpool es la de un loser que, como muchos, cambia de vida por amor. Y su historia romántica, en lo básico, es la de todos: chico conoce a chica, se enamora y hace todo lo posible por preservar la relación.
Punto. Más simple que el mecanismo de un chupete. Sin aristas ni pretensiones absurdas. Sin discursitos trasnochados ni épica inalcanzable para unos personajes que, en suma, son tipos y tipas unidimensionales, de cartón piedra.
No estamos ante el siempre afectado Caballero Oscuro. Ni falta que hace.
La mayor ventaja de 'Deadpool' es ser perfectamente consciente de su condición de entretenimiento sin pretensiones. Y, como tal, cumple a la perfección en la progresiva destrucción del género, despojándolo de todo tabú, rompiendo una y mil veces la cuarta pared para buscar la complicidad del entregado espectador y reírse abiertamente de algo que comenzó como un brindis al sol de Marvel, y ha acabado convirtiéndose en un negocio multimillonario too big to fail.
Desde los honestos, cachondos y bienvenidos créditos iniciales hasta las dos escenas finales, el bocachancla Mutante y el actor que tiene detrás se entregan al Festival del humor, la violencia, la autoparodia y el despiporre general, pasándose por el Arco del Triunfo las reglas de cortesía y la maldita (por el daño que hace a la libertad creativa) corrección política que parece habernos vuelto tontos a todos.
'Deadpool' está pasada de vueltas, y busca abiertamente la irreverencia y el fastidio.
Una película que da por saco, con orgullo y transparencia. Rara avis en esto de las adaptaciones modernas de superhéroes, donde hasta bustos parlantes como 'Arrow' buscan que les tomemos en serio sin aportar ni una sola razón para ello, cómodos en una estructura incapaz de pasar del 'Llego-sacudo a alguien-digo 3 obviedades en plan galletita de la fortuna-me pego otra vez-fin'.
Gracias, Fox. Gracias, Marvel. Gracias, Tim Miller. Gracias, Ryan Reynolds. Gracias, Stan Lee.
Gracias, Rob Liefeld.
Gracias a todos los que habéis hecho posible una película honesta para pasar el rato, recordar chascarrillos y partirnos la caja.
Y ya.
Lo mejor: los gags, la autoparodia y, sobre todo, la honestidad.
Lo peor: algunos buscarán que sea más de lo que es, sin disfrutarla como merece.
Por: Eduardo Bonafonte Serrano.
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