Críticas de Cine. 'Star Wars: El despertar de La Fuerza'. Viaje nostálgico
Treinta años después de la victoria de la Alianza Rebelde sobre la segunda Estrella de la Muerte (hechos narrados en el Episodio VI: El retorno del Jedi), la galaxia está todavía en guerra. Una nueva República se ha constituido, pero una siniestra organización, la Primera Orden, ha resurgido de las cenizas del Imperio Galáctico. A los héroes de antaño, que luchan ahora en la Resistencia, se suman nuevos héroes: Poe Dameron, un piloto de caza, Finn, un desertor de la Primera Orden, Rey, una joven chatarrera, y BB-8, un androide rodante. Todos ellos luchan contra las fuerzas del Mal: el Capitán Phasma, de la Primera Orden, y Kylo Ren, un temible y misterioso personaje que empuña un sable de luz roja.
J.J. Abrams, el reflotador de franquicias, tenía ante sí una titánica tarea: devolver a los Warsies la esperanza en La mítica (no biológica, ni genética) Fuerza, envolver el viaje del nuevo héroe en épica fantástica sazonada de humor, amor por los tres episodios originales y, en definitiva, la firme intención de entregar una Space Opera en condiciones.
La inevitable pregunta es ¿lo ha conseguido? La (también inevitable, felizmente) respuesta es... sí.
'Star Wars: El despertar de La Fuerza', huye como alma que lleva el diablo de los episodios I, II y III (donde Lucas hizo lo propio con el IV, V y VI, con los resultados que todos sufrimos), tomando como un axioma eso de 'si no está roto, no lo arregles'.
El séptimo de la Saga abunda en lugares comunes, guiños (velados y literales) a las primigenias aventuras de Luke Skywalker y un esquema narrativo que repite 'Una Nueva Esperanza' para el público de hoy, sin olvidar (otro acierto de Abrams) al de ayer, y añadiendo su propia voz en momentos puntuales.
El artesano diseño de producción, el correcto uso del CGI, la huella musical del genial John Williams (en esta ocasión un par de puntos por debajo de anteriores trabajos en la Galaxia); todo el apartado técnico de la cinta echa la vista atrás, con los alardes justos para atrapar a los hipervitaminados y mineralizados espectadores de hoy sin que los fans de toda la vida salgan espantados de la sala.
El revival se completa con la presencia de los personajes originales (con Harrison Ford a la cabeza. Un tremendo Han Solo que sigue conservando su inquebrantable carisma y encanto) y la adhesión de nuevos moradores galácticos donde brilla especialmente Rey (Daisy Ridley), dueña y señora de la función y la única capaz de robarle planos al genial contrabandista galáctico.
Abrams continúa puliendo y potenciando su talento gestionando el ritmo: no hay momentos de respiro en 'El despertar de La Fuerza', sin incidir, además, en el traspiés de moda: marear a la audiencia con imposibles vaivenes de cámara y desmedida velocidad que convierta en imposible el saber qué narices está ocurriendo.
Para ponerle la guinda al pastel, una escena final donde la emoción es la protagonista, que hará las delicias de todos.
Son muchos los aciertos, pero también hay errores.
El principal, casi imposible de sortear: si quieres contentar a todos sin salirte del tiesto, es inevitable despedir un olor (que no hedor) a viejo. El Despertar arriesga muy poco en su afán por conservar la esencia intacta y sentar las bases de una nueva Trilogía digna de ver.
En ese camino conservador, comete deslices: la escasa entidad de Kylo Ren y la Primera Orden como villanos a la altura del legado de Vader; el Líder Supremo Snoke, un monigote digital cuyas motivaciones son más simples que el mecanismo de un chupete; la Capitana Phasma y sus correligionarios, publicitados hasta la saciedad pero apenas esbozados; la presencia, con calzador y en modo plasta, de C-3PO y algunos (pocos) errores de montaje inesperados.
Así y todo, debemos celebrar el regreso de la franquicia con optimismo. 'El despertar de La Fuerza' nos devuelve lo mejor de Star Wars, reavivando la llama y las ganas de descubrir las respuestas a todas las preguntas que se quedan en el tintero.
En el episodio VIII La Fuerza nos llamará de nuevo.
Gracias a J.J. Abrams... ¡estaremos muy dispuestos a dejarla entrar!
Lo mejor: recupera la esencia de la Trilogía original.
Lo peor: apenas corre riesgos.
Por: Eduardo Bonafonte Serrano.
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