'Hablando de Series': 'Wayward Pines'... guilty pleasure
Recuerdo
una anécdota, saliendo del estreno de 'Algo pasa con Mary': nos gustó la
película, pero no podíamos evitar preguntarnos si Matt Dillon se convertiría
alguna vez en estrella de Hollywood.
El 'no' predominó, y el tiempo nos dio la razón. La realidad es que Dillon es un actor del' montón malo', aquejado por el mal del 'carisma cero' y una preocupante escasez de registros. Por no saber, el pobre no sabe ni aparentar una borrachera decente.
Sin embargo, su irregular curriculum es ideal para oficiar como protagonista de 'Wayward Pines', la serie más estúpida, rocambolesca e imposible de los últimos años.
A Dillon, cual cementerio de elefantes, le acompañan un montón de 'estrellas fallidas' reunidas para la ocasión (¿cuando se incorporará Christian Slater?): Juliette Lewis, Terrence Howard, Shannyn Sossamon... una celebración de prometedoras carreras truncadas reunidas en el mismo pueblo, bajo la supervisión del también estrellado M. Night Shyamalan, que vuelca aquí todas las neuras que, en ocasiones, le encumbraron a la categoría de director visionario y, con el tiempo, se demostraron fugaces momentos de lucidez creativa y cierto oportunismo.
'Wayward Pines' es un batiburrillo que combina elementos sin orden ni concierto. Al igual que en otros shows imposibles como 'Haven', las cosas suceden porque sí, 'a lo loco'.
Pero hay una diferencia capital: asumiendo los innumerables defectos de la serie, su mayor virtud reside en la imprevisibilidad.
Quieres ver más porque no sabes, literalmente, qué esperar del siguiente (e irrisorio) episodio.
Como guilty pleasure, el drama no tiene precio.
El 'no' predominó, y el tiempo nos dio la razón. La realidad es que Dillon es un actor del' montón malo', aquejado por el mal del 'carisma cero' y una preocupante escasez de registros. Por no saber, el pobre no sabe ni aparentar una borrachera decente.
Sin embargo, su irregular curriculum es ideal para oficiar como protagonista de 'Wayward Pines', la serie más estúpida, rocambolesca e imposible de los últimos años.
A Dillon, cual cementerio de elefantes, le acompañan un montón de 'estrellas fallidas' reunidas para la ocasión (¿cuando se incorporará Christian Slater?): Juliette Lewis, Terrence Howard, Shannyn Sossamon... una celebración de prometedoras carreras truncadas reunidas en el mismo pueblo, bajo la supervisión del también estrellado M. Night Shyamalan, que vuelca aquí todas las neuras que, en ocasiones, le encumbraron a la categoría de director visionario y, con el tiempo, se demostraron fugaces momentos de lucidez creativa y cierto oportunismo.
'Wayward Pines' es un batiburrillo que combina elementos sin orden ni concierto. Al igual que en otros shows imposibles como 'Haven', las cosas suceden porque sí, 'a lo loco'.
Pero hay una diferencia capital: asumiendo los innumerables defectos de la serie, su mayor virtud reside en la imprevisibilidad.
Quieres ver más porque no sabes, literalmente, qué esperar del siguiente (e irrisorio) episodio.
Como guilty pleasure, el drama no tiene precio.
No hay por dónde cogerlo, pero
aún así quieres volver una y otra vez a este pueblo repleto de tarados, donde
nadie (y, a la vez, todos) habla del pasado y los sistemas de vigilancia
resultan inútiles... a poco que pongas la música alta.
Aunque parezca mentira, os recomiendo encarecidamente una serie que considero mala, muy mala, con un algo que no sé explicar... y tendréis que descubrir vosotros mismos.
A este ritmo, no quedará una sola idea por explotar en la segunda temporada.
Aunque parezca mentira, os recomiendo encarecidamente una serie que considero mala, muy mala, con un algo que no sé explicar... y tendréis que descubrir vosotros mismos.
A este ritmo, no quedará una sola idea por explotar en la segunda temporada.
Por tanto, amigos, ¡daros prisa!
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