Críticas de Cine: 'Tomorrowland. El mundo del mañana': un viaje alucinante

Cartel de Tomorrowland. El mundo del mañana

Unidos por el mismo destino, un adolescente inteligente y optimista lleno de curiosidad científica y un antiguo niño prodigio inventor hastiado por las desilusiones se embarcan en una peligrosa misión para desenterrar los secretos de un enigmático lugar localizado en algún lugar del tiempo y el espacio conocido en la memoria colectiva como “Tomorrowland”. 

Un mundo mejor es posible.

Ésta es la moraleja principal que se extrae de 'Tomorrowland. El mundo del mañana', la nueva película del director Brad Bird ('El gigante de hierro'), bajo el paraguas de la todopoderosa Disney.

Sí, este es un producto fabricado con todas las señas de identidad de la casa del ratón que, además, se atreve a funcionar de manera autónoma, sin una gran saga consolidada detrás que la sustente.

Como montaña rusa de acción, 'Tomorrowland', no tiene precio: Brad Bird es un mago manejando la cámara, desbordando imaginación en cada plano, apoyándose en unos efectos visuales muy logrados que nos fascinan durante las dos horas de metraje.

Son muchos los momentos mágicos que sacan el niño que llevamos dentro: un niño sin filtros, que absorbe cada detalle del mundo libre de prejuicios y se atreve a soñar sin límites ni cortapisas.

Extrayendo lo mejor de nosotros mismos, alentando el cambio, abrazando casi como un axioma que, por muy mal que estén las cosas, siempre hay luz al final del túnel, 'Tomorrowland', se reivindica como película para pensar durante y después del atracón de palomitas. 

Con un libreto más elaborado (que llevara al límite la carismática presencia de George Clooney y Hugh Laurie, desarrollando sus personajes por encima del tópico; aprovechara la frescura y empuje de la joven Britt Robertson y, finalmente, huyera de la imperiosa necesidad que tiene el Hollywood actual de tener que explicarlo todo como si la audiencia fuera idiota), la película resultaría no solo un viaje alucinante, sino también el mejor Disney de la última década.

Así y todo, tenemos algo diferente que ver en la gran pantalla.

En un mundo de cuadriculadas sagas, precuelas, remakes y reboots... se agradece una dosis masiva de fantasía desbordante que tiene la valentía de correr sin rebufo.

Lo mejor: la moraleja y el derroche de energía.

Lo peor: el libreto no explota la mina de oro.

Por: Eduardo Bonafonte Serrano.

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