Críticas de Cine. ‘Mad Max. Furia en la carretera’: Hell yeah!
Perseguido por su turbulento pasado, Mad Max cree que la mejor forma de sobrevivir es ir solo por el mundo. Sin embargo, se ve arrastrado a formar parte de un grupo que huye a través del desierto en un War Rig conducido por una Emperatriz de élite: Furiosa. Escapan de una Ciudadela tiranizada por Immortan Joe, a quien han arrebatado algo irreemplazable. Enfurecido, el Señor de la Guerra moviliza a todas sus bandas y persigue implacablemente a los rebeldes en una “guerra de la carretera” de altas revoluciones… Cuarta entrega de la saga post-apocalíptica que resucita la trilogía que a principios de los ochenta protagonizó Mel Gibson.
Pocas veces, en fechas tan cercanas al verano, podemos contemplar (y más desde el reinado taquillero Marvelita) un Blockbuster tan fresco, bienvenido y diferente como ‘Mad Max: furia en la carretera’.
Continuando la saga con nuevas caras, el director George Miller pone toda la carne en el asador renovando el clásico en una explosión imaginativa más propia de un jovencito hipervitaminado que de un septuagenario, pero manteniendo intacta la esencia de la Trilogía original.
Su película es una descarga de acción extrema, sazonada con altas dosis de humor ácido, personajes pasados de vueltas, un guión simple pero muy efectivo (con varias moralejas y polémicas incluidas) y la impactante presencia del lacónico Tom Hardy (sustituyendo a Mel Gibson en la piel del torturado guerrero de la carretera) y, sobre todo, Charlize Theron, que vuelve a transformarse para dar vida a Imperator Furiosa, personaje robaplanos de todo el Bestiario que pulula por este apocalíptico y chalado desierto .
Como secuela-reboot no tiene precio; como tirón de orejas a las rígidas sagas contemporáneas del Hollywood de escuadra y cartabón, tampoco. Dos horas que pasan en un suspiro, yendo al grano desde el minuto uno, atrapándonos en la montaña rusa sin frenos que valgan… ni queramos.
Dejando a la altura de los coches de choque las aventuras de ‘Fast&Furious’, la furia en la carretera discurre, orgullosa, por el camino del exceso y la hipérbole.
Coches imposibles, situaciones imposibles… todos imposibles que, sin embargo, resultan reales gracias al oficio de Miller y el entregado equipo de la película.
Aún queda año por delante pero, hasta el momento, ‘Mad Max: furia en la carretera’ se ha ganado el derecho a encumbrarse como la primera de la clase en el colegio del cine palomitero.
¡Qué gran día! ¡Max ha vuelto!
Lo mejor: la imparable acción.
Lo peor: la escasa entidad del villano Immortan Joe.
Por: Eduardo Bonafonte Serrano.
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