Críticas de Cine. ‘La teoría del todo’: ese pequeño universo que es la vida

Póster en español de la película La teoría del todo

Narra la relación entre el célebre astrofísico Stephen Hawking y su primera mujer Jane, en la época en que ambos lucharon contra la enfermedad degenerativa que postró al genio en una silla de ruedas. 

En un memorable capítulo de la serie ‘Star Trek: La nueva generación’ Stephen Hawking jugaba al póquer con el Androide Data y los hologramas de Albert Einstein e Isaac Newton. Bromeaba y se lo pasaba en grande (al igual que los televidentes) en el proceso.

Y no fue, ni de lejos, su única aparición en el show business.

Tal es la dimensión del ya mítico profesor Hawking. Una estrella del Rock entre los físicos, astrofísicos, cosmólogos y divulgadores científicos de todo el mundo; un genio luchador que ha hecho de la superación su modo de vida.

El personaje larger than life, demandaba un Biopic cinematográfico a la altura de los sentimientos que provoca en los demás: el inspirador cerebrito capaz de superar las expectativas de la naturaleza misma; de acercar a todo el mundo los secretos del Universo gracias a magníficas obras como ‘Breve historia del tiempo’ o ‘El Universo en una cáscara de nuez’; de divertir a cualquiera que pase por su lado con el ingenio y la energía de un avezado presentador de Late night.

‘La teoría del todo’ explora 25 años en la vida del profesor, ahondando en las facetas que lo han convertido en leyenda: sus estudios, su enfermedad y sus relaciones.

Y lo hace con un impecable acabado, sólidas interpretaciones (Eddie Redmayne merece cada veta de su Globo de oro, avivando la poliédrica personalidad de un Hawking carismático y conmovedor con maestría; Felicity Jones le da la réplica como contrapunto femenino y Charlie Cox se reivindica como robaplanos más allá del Atlantic City de ‘Boardwalk Empire’), atinado y respetuoso sentido del humor y el funambulismo narrativo que evita caer en el subidón de sentimentalismo propio del género.

Quizás no haya una manera de ilustrar a la perfección lo que se cuece en la privilegiada cabeza de este ser humano extraordinario.

Pero el director James Marsh ha conseguido trasladarnos la esencia de su persona y envolver esta joya del Séptimo Arte en una moraleja que hemos de tener presente: mientras disfrutemos de ese pequeño (gran) universo que es la vida…siempre podremos ser mejores.

Lo mejor: Eddie Redmayne y el impecable acabado.

Lo peor: algunas almibaradas concesiones.

Por: Eduardo Bonafonte Serrano.

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