Críticas de Cine: ‘Blue Ruin’: venganza
Dwight es un vagabundo de vida tranquila, un treintañero sin techo que vive en su coche, un destartalado Pontiac azul. Deambula por la ciudad y sobrevive recogiendo botellas en la playa, hasta que un día su rutina se trastorna al enterarse de una terrible noticia. Esto le lleva a tomar una decisión descabellada y a volver a la casa de su infancia para llevar a cabo una extraña venganza.
La venganza, el rencor, la ira… los sentimientos negativos que afloran en los malos momentos traumáticos, pueden destruir a una persona. Alejarla de sus seres queridos, de su visión de la realidad, de su vida.
‘Blue Ruin’ arranca de forma prometedora, metiéndonos de lleno y de forma descarnada (los planos panorámicos, fríos, casi documentales dominan el metraje) en la vida del hombre que una vez lo fue.
Destrozado por la tragedia, nuestro protagonista vive al margen del mundo, en un coche destartalado (que no es sino una metáfora de su propia existencia), comiendo lo que puede y cuando puede, ajeno al devenir de nuestra hipertrofiada Sociedad. Hasta que el caprichoso pasado vuelve para atormentarle, y ponerle de nuevo frente a frente con la única razón por la que aún continúa vivo: la venganza.
Pero la venganza de Dwight (excelente interpretación de Macon Blair) no es la de un sanguinario ejecutor, sino la de un cualquiera, un don nadie que sólo encontrará la paz con la justicia, con el ojo por ojo a cualquier precio.
No hay duda de que el mayor poder de ‘Blue Ruin’ reside en su opresiva atmósfera, el miedo que provoca en nosotros y la demoledora potencia del mensaje. Su total falta de adornos superfluos y la naturalidad (pero también entidad dramática) de las interpretaciones hacen el resto.
Por rocambolescos que parezcan los acontecimientos, por las sonrisas ocasionales que nos provoca su negrísimo humor… el suspense se vive, se siente… creemos en lo que está pasando.
No es una obra redonda. A ratos su compromiso con la recreación veraz hace que pierda garra y acumule plomo, pero sí es una magnífica reivindicación para Jeremy Saulnier en su segunda película, y también una de las mejores muestras de thriller Indie made in Usa del último lustro.
Lo mejor: Macon Blair y el humor negro.
Lo peor: algunos pasajes realmente abúlicos.
Por: Eduardo Bonafonte Serrano.
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