Críticas de Cine: ‘La gran estafa americana’: ¡David, busca tu estilo!


Años 70. Varios miembros de la Cámara de Representantes forman parte de una importante red de corrupción, en la que la mafia tiene a la policía y a los políticos en el bolsillo. Para acabar con esta situación, el agente especial del FBI Richie DiMaso recluta forzosamente a la pareja de estafadores, formada por Irving Rosenfeld y su socia, además de amante, Sydney Prosser, para infiltrarse en el asunto y montar la mayor estafa conocida.
Está claro que David O. Russell se ha metido en el bolsillo a todos los que tienen la sartén por el mango en Hollywood, y que seguirá haciendo películas oscarizables como churros hasta que la Academia le premie.
‘La gran estafa americana’ no es, desde luego, una mala película, pero sí un batiburrillo que bebe de muchos ríos, rindiendo homenaje sin tapujos a tipos de la talla de Martin Scorsese (que ha sorprendido a propios y extraños con la electrizante, enérgica y magnífica ‘El Lobo de Wall Street’, que ya quisieran para sí cineastas más jóvenes), buceando en las vidas de dos timadores, un sobrado agente del FBI, un político atípico y una loca de cuidado.
Con los años 70 magníficamente enmarcados (de aquellos polvos vienen estos lodos) como telón de fondo (la producción es espectacular), ‘La gran estafa americana’ puede presumir de aglutinar en la misma cinta tres interpretaciones de altura, cada una de ellas candidata una y mil veces al Oscar.
Christian Bale, ese camaleón capaz de darlo todo por su personaje, Amy Adams (en su mejor papel hasta la fecha, que nos hace olvidar, además, la sosa encarnación de Lois Lane que alumbró en ‘El Hombre de acero’) y, sobre todo, Jennifer Lawrence.
De nuevo, la portentosa actriz deja su juventud a un lado y se saca de la manga a una loca de cuidado, que pone patas arriba las vidas de todos.
Cada aparición de Lawrence en la pantalla es un canto a la grandeza del Séptimo Arte (atentos a la escena al ritmo de ‘Live and let die’), y tan solo el antiguo guardián de Gotham City reconvertido en Timador le da la réplica. Considerando las tablas de Lawrence frente a Bale ¿dónde estará el techo de esta chica?
Bradley Cooper (el cuarto en discordia), lo intenta, pero aún le faltan dos o tres películas de gran calibre para estar a la altura de sus compañeros. Su agente DiMaso, en ocasiones,  peca de sobreactuado.
Las dos horas de metraje trascurren en un suspiro, y sin duda vale la pena pagar cada euro de la entrada. Pero, David O. Russell se ha convertido en un reputado artesano demasiado pronto, antes de encontrar un estilo propio que lo defina y diferencie de otros tantos mercenarios cinematográficos con pedigrí.
Cuando la estafa llega a su fin, sin duda hemos disfrutado, y es muy probable que salgamos tarareando los temas de la banda sonora o recordando el estupendo inicio de la película.
Pero la olvidaremos muy pronto.
David copia a los grandes con tino pero ¿es eso suficiente?
Lo mejor: Jennifer Lawrence, Christian Bale y Amy Adams, por ese orden.

    Lo peor: tiene aire a obra de encargo.
    Por: Eduardo Bonafonte Serrano.

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