'Hablando de Series': 'House of cards'... ¡bienvenido a la Jungla!

A muchos os bastarán dos nombres para animaros a ver 'House of cards': Kevin Spacey y David Fincher. 

Por sí solos, avalan una Serie excepcional que se mete de llenos en las cloacas de la Política estadounidense, mostrándola como una implacable jungla donde solo los más fuertes sobreviven. 

Francis Underwood (Spacey) es un pez gordo dentro del Congreso, conocedor de los secretos de todos. La investidura del nuevo Presidente de los Estados Unidos, y el puesto que prometió a Francis y luego no otorga, desencadenará una serie de acontecimientos donde el congresista manejará los hilos en pos de un único objetivo: la venganza. 

Si con Spacey en todo su esplendor o la impronta de David Fincher no quedáis convencidos, puedo continuar con la excelente factura de la Serie, la calidad de los guiones, los geniales secundarios (con Robin Wright a la cabeza, encarnando a Claire, la esposa y alma gemela del Político) y, también, su capacidad de sorprendernos en cada episodio, donde Underwood hará gala de todos sus recursos. 

Sexo, traición, codicia, poder, venganza... 'House of cards' huye de aproximaciones amables a la Política americana (como la de la excelente 'El ala oeste de la Casa blanca'), centrándose en mostrar hasta dónde

podemos llegar para conseguir nuestros objetivos, sacrificando todo lo que sea necesario. 

Siguiendo la estela de recientes producciones que no dejan indiferente a nadie como 'Homeland' o 'Boss', la Serie, creada por Beau Willimon es de obligado visionado para todos los amantes de las intrigas políticas o, simplemente, los productos de calidad, que parecen haber encontrado en la Televisión todo lo que el Cine no puede, por el momento, darles.   

Actualmente a las puertas de su segunda temporada (con la primera ya emitida en España), la Serie de Netflix (que adapta la Novela de Michael Dobbs) es un manjar que hay que paladear poco a poco, sumergiéndose en la tela de araña de este Spacey mayúsculo, manipulador, implacable, y tan odioso como (a ratos) simpático. 

Ni quiero ni voy a destriparos nada. La experiencia hay que vivirla de primera mano. 

¡Puñeteros Políticos sí... pero con estilo!