Críticas de Cine: ‘El Atlas de las Nubes’: sin libro de instrucciones
Seis historias conectadas entre sí a través del espacio y tiempo: un diario, fechado en 1949, de una travesía a lo largo del Pacífico; las cartas de un compositor a un amigo; un asesinato sin resolver en una planta nuclear; las mentiras de un editor sobre un geriátrico; una revolución de clones humanos en una Corea futurista y una tribu que lucha para sobrevivir en un Hawaii post apocalíptico. Seis épocas diferentes en las que el alma de un asesino se va reencarnando hasta llegar a ser un héroe.
Primero, lo bueno: los Hermanos (ahora Hermano y Hermana) Wachowski siguen teniendo un estilo propio que otros seguirán copiando hasta la Saciedad. En ‘El Atlas de las Nubes’, la descarga visual es arrolladora y llena de imaginación y, sin duda, ofrece una gran cantidad de imágenes que figurarán dentro de las mejores del presente año.
Dicho esto, vamos a entrar en todas y cada una de las cuestiones que convierten el último proyecto de los responsables de ‘Matrix’, en fallido.
‘El Atlas de las Nubes’, habla del amor, la solidaridad y la redención, y sobre ellos construye un discurso existencialista y filosófico donde todo está conectado, y cada detalle de uno y otro momento puede influir en el curso de los acontecimientos.
Tan pretencioso propósito, de por sí, pone el listón muy alto, y el nivel de exigencia al espectador se hace patente desde el primer minuto: como no estemos MUY atentos, seremos incapaces de seguir (no ya comprender) la película. Si no conseguimos enchufarnos, desconectaremos desde el minuto uno, y a partir de la hora empezaremos a mirar el reloj (son casi tres horas, ni más ni menos).
Este es el primer gran error de los Wachowski y Tom Tykwer (anegado por la personalidad de los hermanísimos), empantanados en un terreno farragoso donde prima la forma y no el fondo. ‘El Atlas de las Nubes’ lleva un mensaje demasiado grande con una forma de lanzarlo deslavazada, torpe, megalómana e incluso, a ratos, ridícula.
El segundo error lo provoca el maquillaje. Últimamente parece que Hollywood ha perdido la capacidad para facturar unas prótesis decentes (J.Edgard se cargó a DiCaprio, por ejemplo) condenando a los actores a resultar cómicos y falsos, hasta niveles delirantes como los que podemos ver en ‘El Atlas de las Nubes’. Si ya es difícil seguir la cinta, inténtelo cuando estén escandalizados o descojonados en sus butacas por las estridencias del maquillaje.
El tercer error de la película, que da al traste con una propuesta maravillosa, es la calidad de su discurso existencialista y filosófico.
Uno espera proclamas que realmente lleguen muy dentro, pero en su lugar (y en momentos decisivos del metraje) encontramos misticismo de baratillo, filosofía de galletita de la fortuna y emociones impostadas.
Puede que se deba a la incapacidad de los Wachowski para crear Personajes con los que lleguemos a conectar emocionalmente al cien por cien, o simplemente porque el Libreto no esté a la altura de sus pretensiones.
Lo cierto es que ‘El Atlas de las Nubes’, en el momento más inoportuno, suena a discurso de Gafapasta.
Y así, imposible trascender.
Lo mejor: visualmente es el Demonio.
Lo peor: imposible conectar con lo que acontece.
Por: Eduardo Bonafonte Serrano.
Lo de 'Atlas de las Nubes' se me escapa completamente de las entendederas. Está bien ser ambicioso, en el sentido de pretender, pero si sólo se queda en eso, pues claro, tenemos lo de pretencioso. Es un desastre cinematográfico. No sé qué tendrían en la cabeza Tom Twyker y los Wachoski, pero esta historia de tintes 'cuánticos' no se coge por ningún lado: larga, tediosa, las historias al rato no interesan nada, infantiles... Uf, es que no tengo adjetivos. Tres horas, casi me puse por obligación acabarla, soportar esta tortura, era tal mi incredulidad. Y es que evidentemente había dinero, grandes actores, no sé de qué guión, sobre el famoso libro, partirían para acabar dándonos estos resultados. Indescriptible. Un saludo!!!
ResponderEliminarDesde luego tienes mucha razón. Creo, en román paladino, que 'los árboles no les dejaron ver el bosque', y la cinta se les fue de las manos
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