El Quejica Crónico

Se han acabado las Navidades. Para algunos será un ¡ por fin ! y para otros, como yo, un vaya mierda .

Qué le voy a hacer, me encantan estas fiestas. Me encanta ver como tanta gente acoge y ejemplifica el espíritu navideño, el dar más que recibir, el dar porque sí, sin esperar nada a cambio.

Por eso, y más en estas fechas, me toca las narices encontrar al quejica crónico. Seguro que todos vosotros conocéis a alguno /a, pero el / la quejica crónico, se caracteriza por tener una situación objetiva que ( y más en los tiempos que corren )es envidiable : con trabajo fijo, situación desahogada, casa de protección oficial con hipoteca asequible, e incluso, en muchos casos, con otra casa heredada en propiedad para sufragar la hipoteca de la anterior.

Y además, con salud, gente que les quiere, amigos, hijos, familia ...

Antes de continuar, tengo que reconocer que me considero un privilegiado. Con la que está cayendo, sigo yendo a trabajar, mi casa sigue siendo mía ( aún con el permiso del banco y el peso de la Hipoteca ), de salud bien, de dinero más o menos y de amor también bien. Río mucho más que lloro y quiero mucho más que odio.

Vamos, que objetivamente me puedo dar con un canto en los dientes y celebrar cada día ¡ Y así lo hago, no os quepa duda !.

Por eso me llevan los Demonios cuando el quejica crónico ( que además, parece totalmente ajeno a su objetiva posición desahogada ), se pone a plañir y lamentarse por todo, sin ningún tipo de cortapisa y, parece ser, sin fin que vislumbrar en el horizonte. Siempre, siempre, está peor que tú, aunque su máxima preocupación sea el amueblado de la cocina, o similares cosas mundanas.

Cada uno puede quejarse de lo que quiera, que conste, aunque no lo parezca , España es un País libre.

Pero, por favor, un poco de empatía y, sobre todo, de madurez. Hay mucha gente que las está pasando canutas, cada vez más cerca de todos nosotros, y que real y OBJETIVAMENTE tiene unos problemas del copón.

Lo menos que puede hacer uno, en ciertas situaciones, es callarse, y llevarse su quejiquismo crónico a la intimidad de su casa, donde no le oigan y, además, intentar ver un poco más allá de su YO.

Es cierto que el ser humano, cuanto más tiene, más quiere. En el marco del afán de superación, siempre es un rasgo a valorar.

Pero cuando se tiene todo lo importante bien cubierto, hay que respetar a las personas, y portarse como se supone que se porta la gente que ya peina canas y no ha crecido en una comuna caníbal de una Isla remota.

Lo mismo se me ha ido la pelota pero, en Navidad y fuera de ella, me saturan los quejicas crónicos.

Y más si se quejan ... porque sí.

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